Escrito por Sara Hernández
Reportería de Daniela Brunal y Jarvi Augusto Escobar
Un domingo 21 de noviembre de 1993, en Ciudad de Panamá, nació Brayan Campiño. Pero fue Cali desde muy pequeño la ciudad que lo recibió, lo fortaleció y le generó el sentido de pertenencia.
Gracias a sus condiciones físicas y espíritu competitivo, toda su vida estuvo ligado al deporte, sin embargo, después de varias propuestas sin cumplir y creer que el rugby era un deporte acuático, accedió a tener una visita espontánea. Conoció la altura de las “H”, recorrió los 100 metros de largo y los 70 de ancho, entendió el respeto y la obediencia del deporte y por sobre todas las cosas dimensionó que la figura ovalada que tenía en las manos era una adicción placentera, que toda su vida iba a estar marcada por el masoquismo de una práctica abnegada y honesta. En ese instante comprendió que su existencia no sería igual. Ese 8 de mayo del 2010, en el club Sultanes, Campiño empezó a estar en el empuje de la renovación del scrum colombiano.
Poco después de su ingreso a las canchas, Brayan Campiño empezó a hacer parte de selecciones Valle. Gracias a un Nacional de 7’S en el 2011, los entrenadores de la Selección Colombia Tucanes se maravillaron por los 90 kilogramos de potencia y los 1.80 de esfuerzo.
Así fue como comenzó una historia de honor y gloria con la camisa tricolor. Participó en el Sudamericano Juvenil B y debutó con el seleccionado mayor en el 2012, con 18 años. A ese vuelo Tucán que empezaba a ser visto en el Sur de América, le faltaba un golpe de fe para seguir creyendo; y después de ser subcampeones en dos ocasiones consecutivas, en el 2014 en Apartadó, la tan anhelada consagración apareció. Colombia y todo el Valle gritaron ¡campeones!, después de cuatro años, en el Sudamericano B, grito que se volvió costumbre hasta subir en el 2018 a la categoría A.
Brayan estuvo presente en la seguidilla de títulos, en el 2014 en Colombia; 2015 y 2016 en Lima; 2017 en Ecuador. Gracias a su habilidad participó con el equipo de sietes en el Sudamericano de Río de Janeiro; en Los Juegos Mundiales de Cali; en Bolivarianos en Perú, además del bicampeonato en Los Centroamericanos y de Caribe en Veracruz 2014 y Barranquilla 2018.
Tras siete años de pasión, Campiño, dejándose llevar por un arrebato y una corazonada, empacó sus sueños y se embarcó en una aventura llamada EAB XV, en Miranda, Francia. El equipo que compite por la cuarta categoría Fédérale 2, le abrió las puertas al valluno que consiguió su cupo en tierras extranjeras gracias a un compañero “Carlos Cható me ayudó. Él me recomendó al club, ellos vieron unos vídeos míos, les gustó y se pusieron en contacto conmigo. Estoy muy bien y espero regresar cuando el torneo se acabe, igualmente, están muy contentos por la medalla de oro en centroamericanos y por mi figuración con los Tucanes” Manifestó el deportista, con su soltura habitual.
Brayan Campiño hace parte de la generación dorada del rugby colombiano, pertenece a una era en la que se puede decir que Colombia se mide a una potencia de la región como Uruguay; es bicampeón Centroamericano en ambas ramas.